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Generar autonomía, volver a lo simple

Por María Jesús Parada

Desde hace algún tiempo he recibido en la consulta muchos adultos y adultas con síntomas de burnout (estado de agotamiento mental, emocional y físico) en la crianza. Y es verdad, estamos en un año históricamente agotador. En este contexto varios de ellos/as han leído artículos de recomendaciones, donde experto/as hablamos sobre desarrollo y cómo ejercer de mejor forma el rol parental.

Creo, fielmente, en que el hecho de que tengamos mayores estudios longitudinales y específicos y que sepamos con mayor veracidad y por medio de la ciencia, es sin duda un gran aporte a la sociedad y, sobre todo, a la infancia que ha sido muy invisibilizada a través de la historia.

Sin embargo, me es inevitable e imposible hacer vista ciega a lo que esto genera a nivel de exigencias en muchos padres y madres. Este cansancio sostenido, se aleja mucho del anhelado goce de jugar y entrar en ese “flow” con los niños y niñas, distanciando las posibilidades de que adultos/as y niños/as se encuentren.

Es necesario entonces hacer un pequeño rebobinar en la acción de jugar, y desde ahí rescatar algunas piezas que nos pueden ayudar, por una parte a dejar ir ese cansancio y, por otra parte, a que los niños y niñas tengan mayor autonomía al jugar.

Justo antes de entrar en el juego, hay una constante. Justo antes de patear la pelota, justo antes de abrir la caja, justo antes de tirarse en el resbalín, hay en nuestro cerebro/cuerpo, un proceso que ocurre en milésimas de segundo ligado a la curiosidad. ¿Qué pasará? ¿Qué pasará cuando patee la pelota? ¿Qué habrá dentro de la caja? ¿Cómo será cuando me tire del resbalín?

La actitud inquisitiva es la que ha llevado al ser humano a desarrollarse de manera autónoma y colectiva y ha permitido la evolución. Nos han estado diciendo tanto qué hacer desde hace ya varios años, que los propios adultos/as hemos olvidado este recurso. ¿Cómo podrán los niños y niñas resolver problemas si no viven este paso porque les estamos diciendo todo el tiempo qué hacer, en base a lo que hemos escuchado o nos han dicho que hay que hacer?

Sir Ken Robinson, en una de sus charlas TED dijo: “si puedes prender la chispa de la curiosidad de un niño, ellos aprenderán, muy a menudo, sin mayor ayuda”. La curiosidad tiene de base las preguntas. ¿Cómo hacer para que estas se vuelvan parte de nuestra cotidianidad? Es importante valorar las preguntas tanto como las respuestas, ya que ahí se esconde la clave del aprendizaje.

Aquí van algunos tips para aumentar esta actitud en la vida diaria:

Bill Lucas y Ellen Spencer, en su libro Teaching Creative Thinking nos recomiendan modelar a través de las preguntas, incitar a los niños/as a hacerse preguntas antes de comenzar “Yo me pregunto, qué pasará sí…”¿Por qué estamos haciendo esto?. Y nos relatan la importancia de desarrollar confianza en las preguntas, de manera que en nuestra vida podamos ir preguntándonos y preguntándoles a los demás. Nos invitan a hacer preguntas motivadoras, a tener curiosidad, a tener un carácter de investigador.

“Para cocinar esto que quiero cocinar, ¿Qué puedo necesitar saber?”

Otras veces podemos jugar a adivinar qué pasó, por ejemplo, en un cuento: “¿Qué habrá pasado aquí?” y que los niños/as tengan que hacer un análisis de la hoja y un proceso de observación y descubrimiento.

La naturaleza y la observación al mundo natural, nos puede dar muchas herramientas para esto. Si bien es cierto, que hay familias que tienen una situación privilegiada con la cercanía a la naturaleza, cada espacio de ella nos da la oportunidad de convertirnos en exploradores, no importa cuánta naturaleza tengamos “cerca y disponible”. Podemos observar por un tiempo determinado el cielo y describir qué pájaros pasan cerca de mi casa, podemos buscar bichos y preguntarnos acerca de cómo será su vida en su propio hábitat, ¿Se parece a la vida que yo llevo?, podemos observar cómo son las plantas que hay en mi comunidad. ¿Cómo deberíamos tratar a las otras especies? ¿Qué pensarán de nosotros?, etc. Desde preguntas concretas a filosóficas.

Preguntarse cómo es un estilo de vida, no abrumador, sino resolutivo, es ir dando muestras que cuando nos preguntamos, encontramos más de lo que trajimos antes, podemos hacer juegos y aprender de manera más entretenida. Así, encontramos oportunidades en el día para entrar en la dinámica inquisitiva. Animarles a ir tomando el modo de preguntarse, para que cada día vayan ellos/as mismos preguntándose “qué necesitan” y sientan la confianza de ir encontrando las respuestas.

Y con esto, no digo que sea trabajo fácil, sino que hemos ido apagando algo inherente al ser humano, podemos redescubrirnos. Debemos redescubrirnos. Las preguntas de los niños/as de hoy, serán las que nos ayuden a tener una sociedad más integrada y saludable.

Necesitamos generar autonomía, volver a lo simple y disfrutar.

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